miércoles, 7 de diciembre de 2011

"Maltratador y víctima tiene personalidades que se solapan"



El maltrato de pareja es un gran problema social y a consecuencia de él muere un alto número de mujeres en España cada año. Las causas que provocan estas muertes son muchas, pero como normal general, antes de que una situación de este tipo desemboque en un desenlace fatal es común que haya habido con anterioridad diferentes comportamientos violentos entre una parte de la pareja o ambas.



Según la psicóloga Yolanda Álvarez, “para que haya maltrato tiene que haber tres cosas: una situación de desigualdad entre el maltratador y la víctima; que exista una continuidad en el tiempo; y que la víctima sea consciente de que está atrapada en una situación de la que no puede salir a menos que vea amenazada su integridad física o psicológica”. Debido a esto, la percepción que tiene la víctima de encontrarse en una situación de inferioridad, así como la sensación de no poder salir de esa espiral de violencia que le atenaza provocan en ella una sensación de miedo y debilidad de la que es muy difícil salir. Además, esto provoca el sentimiento contrario en el maltratador: se vuelve fuerte y con confianza. “Maltratador y víctima tienen personalidades que se solapan” dice Yolanda Álvarez, quien continúa, argumentando que “se da una relación destructiva: ambas personas viven mal, pero el hecho de vivir solos les atormenta aún más”.

Por lo general, la víctima atiende a una serie de características como son la baja autoestima, la dependencia emocional de la pareja, el miedo a la soledad y la necesidad de afecto y valoración por parte del resto. “Como trastornos característicos, según la clasificación americana de la DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, en sus siglas en inglés) y también de la OMS, a consecuencia del maltrato puede haber depresión, ansiedad, reacciones de estrés postraumático. Pero de base no hay un perfil de patología en la persona, sino que más bien hay un trastorno de personalidad”. Álvarez añade, además, que la víctima ha podido sufrir en su infancia “situaciones en las que han visto sumisión por parte de su padre o su madre hacia la otra figura; o en muchas ocasiones han tenido padres con problemas de adicciones o con problemas de delincuencia”.

Por el contrario, el perfil del maltratador refleja una realidad totalmente opuesta a la de la víctima. Éste aparece como un ser celoso, posesivo, también emocionalmente dependiente y que en ocasiones presenta problemas de adicciones. Un hecho frecuente que ocurre es que en muchas ocasiones el maltratador “se arrepiente” posteriormente de lo que ha hecho. Pero su problema, según relata la psicóloga Yolanda Álvarez, es que “no sabe reaccionar de otra manera ante el sentimiento de inferioridad o de necesidad de estar por encima de los demás”.

“La principal diferencia que se produce entre el hombre y la mujer a la hora de actuar en este tipo de situaciones es que el hombre regula la ansiedad a través de la agresividad en el medio en el que sabe que no va a recibir castigo, que es en el familiar. Sin embargo, en el caso de la mujer, alivia la tensión ayudando a los demás, sirviendo. La mujer es más funcional”.

Viendo las características de la víctima y del maltratador podemos remitirnos a lo anteriormente dicho: son personalidades que se solapan. En realidad son como polos opuestos que se atraen. Necesitan uno de


el otro emocionalmente para poder desarrollar su personalidad. Esta situación hace posible que se pueda responder a una pregunta que se plantea con frecuencia: ¿Por qué la víctima no denuncia a su agresor? La principal respuesta es que la mujer es incapaz de vivir sola ya que está muy atada, especialmente a nivel emocional y sentimental, a su pareja. Según Álvarez, “que haya violencia no implica que haya amor también por ambas partes”. En otras ocasiones la no separación “es por lo hijos, para que no sufran con la separación”. La psicóloga piensa que al final esto es un problema de base, ya que “aunque ahora hay mucha más igualdad, sigue habiendo muchas diferencias a la hora de educar”.

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